Entrenar “en ayunas” es una modalidad que ha ganado
popularidad entre los corredores a lo largo de los últimos tiempo. Reconocemos
el entrenamiento en ayunas, cuando se realiza actividad física, si haber
ingerido, líquidos y sólidos durante las últimas ocho horas. Este es el momento
técnicamente, que reconocemos como “entreno en ayunas” y que normalmente suele
corresponderse, con el momento de levantarnos para comenzar el día.
Durante el período nocturno, en el cual descansamos,
continuamos consumiendo Hidratos de Carbono, porque debemos abastecer a
nuestras células de la energía necesaria. Sus reservas podrás llegar a
descender hasta un 60%. Por esto si corremos cuando despertamos sin desayunar,
no estaremos “secos” en hidratos de carbono (glucógeno) sino que aún nos
quedarán reservas. Si lo realizamos de este modo, aún tendremos reservas de
glucógeno hepático, y casi toda la cantidad de glucógeno muscular, que debemos
recordar que es casi cuatro veces más que el anterior.
Si lo que queremos en realidad es realizar un entrenamiento,
vacíos de glucógeno, el día anterior deberíamos haber desarrollado una sesión
al menos de 2 horas de ejercicio continuo e intermitente, y no ingerir hidratos
de carbono de reposición en el día anterior tras el entrenamiento. De este modo
al despertar el día siguiente estaremos “vacíos de glucógeno”. De este modo,
realizaremos el entrenamiento, sin reservas de ninguno de los dos glucógenos,
ni hepático ni muscular.
Por tanto, vemos que estos dos tipos de entrenamiento, son
diferentes porque el organismo no va a tolerar lo mismo, en el primer caso que
en el segundo. Normalmente, se realiza un entrenamiento en ayunas en el primer
caso, si realizásemos el entrenamiento con las reservas de glucógeno realmente
vacías, no sería nada agradable, y además suele ser mal tolerado por casi todos
los atletas.
Aquellos que realizan el entrenamiento en ayunas deben conocer,
que el glucógeno muscular, no puede salir a la sangre en forma de glucosa,
porque sólo se puede metabolizar en el propio músculo. De este modo, el simple
hecho de estar corriendo 40 minutos seguidos tras levantarse, les otorgará
escasas adaptaciones en lo referente al metabolismo de las grasas.
Para la realización de esta entrada, me he basado en J.L.
Chicharro, Catedrático de Fisiología del Ejercicio en la UCM, quien realizó el pasado 3-Octubre una entrada muy similar en su blog y que creo que este tema es de gran interés.
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