Si
estamos realmente familiarizados con el deporte, habrán sido varias las
ocasiones en las que hayamos escuchado que los deportistas se someten a baños
de hielo, para obtener una mayor recuperación. De siempre se ha dicho, que
ducharse con agua fría después del ejercicio es bueno para los músculos. En
esta entrada vamos a analizar este aspecto en mayor profundidad.
La
crioterapia consiste en unos baños de hielo o agua helada, al finalizar una
sesión de ejercicio muy intenso o al terminar una competición. Esta técnica,
consigue en nuestro organismo, una serie de reacciones químicas, que van a
favorecer la alimentación celular, el aumento y la mejora de la circulación
sanguínea.
Se
encuentra incluida en el ámbito de la medicina deportiva. Esto es así por el
hecho de que puede ayudar en el tratamiento de lesiones, como por ejemplo;
microroturas fibrilares, tendinitis, sobrecargas musculares…
Algunos
de sus beneficios son; que mejora el musculo cardíaco, la circulación sanguínea
o la eliminación de sustancias nocivas como el ácido láctico. Estos beneficios
pueden llevar adjunto que el deportista pueda mejorar su performance o
rendimiento, tanto en entrenamientos como en competiciones.
Más
adelante veremos como se realiza una sesión profesional de crioterapia, pero
antes debemos destacar una serie de consideraciones y advertencias que debemos
tener en cuenta. Este tipo de trabajo, esta desaconsejado para personas que
padecen claustrofobia, que sean alérgicas al frío, que tengan cardiopatías,
hipotiroidismo o enfermedades vasculares.
Ahora
bien, la verdadera sesión, dura unos 3-4 minutos, el paciente deberá ir en
ayunas de al menos tres horas y un especialista revisará sus constantes vitales
y algún otro aspecto que considere necesario. El paciente se desnudará, se
pondrá un albornoz hasta introducirse en la cabina. Una vez dentro, el paciente
sólo llevara puestos unos calcetines especiales con tres capas de forro polar.
Todo su cuerpo quedará dentro de la cabina excepto la cabeza y los hombros.
Durante
el tiempo que permanecemos en la cabina, seremos sometidos a un baño de chorros
de vapor de nitrógeno, pudiéndose alcanzar temperaturas de hasta 200º bajo
cero. Aunque es evidente que el cuerpo no tendrá esa sensación de temperatura.
Sin
embargo esto es muy profesional, tendría un coste de unos 80-100 euros, pero
podemos simularlo, simplemente basta con jugar con el tiempo y con la
temperatura. Podemos crear lo mismo en una especie de contenedor lleno de agua
y cubitos de hielo. Para conocer su temperatura podemos introducir un
termómetro y así valorar cual será el tiempo que estaremos dentro.
Una
vez más finalizo la entrada y repito y solicito a todas las personas que deseen
realizar una sesión de este tipo que se pongan en contacto con profesionales
del deporte, fisioterapeutas o médicos antes de realizar este tipo de sesiones.
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